Uno de últimos artículos que escribí recientemente trataba sobre la moda femenina, refiriéndome a los vestidos estampados con grandes flores y alegres colores que ahora están tan de moda. Hoy sin embargo escribiré sobre algo que siempre me ha gustado sobremanera como son las gorras y los sombreros de caballero, en concreto, sobre uno que me tiene enamorado, pero ya hablaremos sobre él, ya que hay modas que no son pasajeras, que llegan para quedarse por los tiempos de los tiempos como en este caso.
Aunque hablar de sombreros tiene aparentemente poco que ver con las plantas y las flores, esto no es así, ya que los sombreros de los que voy a escribir están fabricados manual y artesanalmente con la fibra de las hojas de una palmera, de la variedad Carludovica palmata. Ya en mi infancia me gustaba ponerme todo tipo de gorras y sombreros. En verano me ponía continuamente una gorra con visera, la que llaman beisbolera, pero también tenía una gorra de "plato" de policía, regalo de mi tío, y mis primas me regalaron un gorro de soldado con su borla roja al frente, también lo tuve de vaquero, de pirata, con plumas, de indio etc. Todavía hoy suelo llevar todo tipo de gorras, de playa, de jugador de golf, de tipo verano, con visera etc. También suelo llevar en invierno un precioso sombrero de fieltro con ala, que me trajo mi hijo de Polonia que es calentito e impermeable. Pero el artículo de hoy va en concreto de un sombrero determinado y ya legendario, que personalmente me encanta siendo además uno de mis favoritos. Este es el famoso "Sombrero Panamá". Algunos dirán que también existen otros muchos modelos muy conocidos como el bombín, el cordobés, el tirolés, el canotier, el de copa o el famoso "Borsalino", sombrero hecho de pelos de conejo tipo fieltro, con una historia de más de 150 años y emblema de los gánster americanos más famosos de los años treinta. Pero para mí, el favorito es el "Sombrero Panamá".
Los primeros sombreros
El origen de nuestro actual sombrero es muy antiguo y su uso y forma se han ido transformando a lo largo del tiempo. Uno de los primeros registros que se tiene de esta prenda o accesorio es en las pinturas de las tumbas tebanas (La Necrópolis tebana es una zona de la orilla oeste del Nilo, frente a Tebas, en Egipto. Se utilizó en gran parte para entierros de reyes y nobles, especialmente durante el Imperio Nuevo del siglo XVI a.C.) En él, los egipcios aparecen con distintos y diferentes ornamentos en sus cabezas. Se cree que el "gorro frigio" (muy similar al que usan en los dibujos animados Los Pitufos), fue un sombrero utilizado en la Antigua Grecia (siglo XII a.C.) y que más adelante se utilizó como símbolo de libertad, formando parte del atuendo de los esclavos liberados en Grecia y Roma. Con un gorro de este tipo se cubrían también los marinos e igualmente era utilizado por las tropas que luchaban por la revolución francesa (1789-1799). Este fue uno de los primeros sombreros propiamente dichos, pero sin alas. El primer registro del sombrero con alas data en realidad del siglo V a.C. en Grecia, el cual fue usado por viajeros y cazadores para protegerse del sol y de la lluvia.
El sombrero de Panamá, también llamado internacionalmente "Panamá Hat", nació realmente en Ecuador. El presidente Roosevelt lo llevó en la inauguración del canal centroamericano y ya no hubo forma de cambiarle el nombre desde entonces.
Después de desvelar su origen, diremos que se han llegado a pagar 35.000 euros por uno y sus fans van desde Al Capone a Sinatra, Brad Pitt o Julia Roberts que lo lució en Pretty Woman, en la ya recurrente escena de la carrera de caballos, con el vestido de lunares a juego. Harrison Ford, lo lució en cada una de las andanzas en Indiana Jones. Al Capone no se lo quitaba de encima. Ni Marlon Brando en El Padrino, igual que Frank Sinatra, Ernest Hemingway, Orson Welles o Winston Churchill. Y firmas como Hermès, que no ha dudado en colarlo en sus colecciones más exclusivas.
Hablamos del clásico sombrero de Panamá. Perdón, sombrero de paja toquilla. Porque ése es su nombre real. Y con el que entró, en 2012, en la lista del -Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco- por su elaboración manual idéntica transmitida de generación en generación. Una «justicia histórica», según el Gobierno de Ecuador, ya que ése es el país de origen. Y no Panamá. Eso sí, se pueden encontrar de mil precios distintos según su calidad (su precio y calidad se mide por la finura de la hebra) y su tiempo de fabricación (desde tres semanas a seis meses). Empezamos por 30 euros, pasando por 300 y llegando a los 3.000 € los normalitos... Huelga decir que los chinos ya han copiado el invento poniéndole el sello de «Original», con la correspondiente demanda por parte de la justicia de Ecuador.
Para explicar la confusión sobre la procedencia hay que remontarse a finales del siglo XIX, cuando arrancó la construcción del Canal de Panamá. Entonces, se exportaron desde Guayaquil (Ecuador) más de 50.000 sombreros para que los obreros se protegieran del sol. La ligereza y frescura que proporcionaban estos sombreros realizados con la planta con la que se hacían (una especie de hoja de palma de tallos larguísimos y hojas tiernas) eran perfectas para soportar tantas horas de calor y sol a la intemperie. Es lo que pensó el presidente Americano Roosevelt en la inauguración del Canal en 1914, cuando no dudó en colocarse, también, uno. Esta acción fue decisiva para que la burguesía local se decantara también por ellos, esto, además unido al glamour de Hollywood... pues antes, era sólo cosa de obreros y trabajadores. Y eso que el origen viene de mucho antes pues ya en la época de los indígenas lo usaban. Después, vendrían los españoles, a quienes les gustaron esos curiosos gorros con forma de «alas de murciélago». Así quedó dicho en las crónicas. Hasta que los botánicos decidieron llamar a la planta de la que salían sus hojas, Carludovica palmata, en honor a Carlos IV.
La población de estas aldeas, así como otras de las provincias de Cañar y Loja, (Ecuador) siguen dedicándose hoy todavía a su producción artesanal. Al menos, en los primeros pasos: recogida de las hojas, cortado, cocción, secado al sol, entrelazado y tejido. La mayoría de trabajadores son mujeres, aunque depende de la fase de elaboración. Luego, bien armados con su cargamento, lo venden, cada domingo, en la plaza de María Auxiliadora de la ciudad de Cuenca (Ecuador).Allí se ubican las 14 empresas dedicadas al remate final (lavado, blanqueo, teñido, planchado, decoración...) hasta finalmente la exportación.
Algunas empresas, como la de Homero Ortega, con cinco generaciones a la espalda, o El Barranco que tienen hasta museo propio, que recorre las correrías del elegante complemento. En ellos también le darán pautas para conservarlo por los siglos de los siglos. Unos breves ejemplos 1) Si se mancha, una goma de borrar es la mejor opción. O una toallita de bebé. 2) Si no queda otra, se puede enrollar, pero hágase a la idea de que es un sacrilegio. 3) Si llueve, tire de chubasquero...
Glorificado durante el siglo XIX, el panamá desde entonces se ha considerado el príncipe de los sombreros de paja. El héroe nacional ecuatoriano y figura emblemática, Eloy Alfaro ayudó a financiar su revolución liberal en Ecuador a través de la exportación de "panamás".
Elaboración
La palmera "Carludovica palmata" comienza a poder explotarse después de tres años de sembrada, que es el tiempo que necesitan las tiras de palma para alcanzar su extensión máxima. Cinco días después que se cortan las tiras, se inicia el proceso de acondicionarlas para hacer los sombreros.
El proceso comienza cortando los cogollos de la palma y azotándolos para que se abran, después se rayan con una aguja las fibras de la hoja y se separan unas de otras; Ya que está rayado se hierve con azufre una hora y media para que se ponga blanco. Cinco días después de cortar las tiras, se inicia el proceso de acondicionarlas para hacer los sombreros, luego se secan al sol sobre una cuerda. Ahí las tiras se enrollan a lo largo y quedan listas para tejerlas.
Se requiere unas condiciones de humedad determinada para manejar la fibra de la palma, por lo que no se podría realizar al aire libre en este lugar debido al clima tan caluroso y seco, por lo que se realiza en cuevas.
El frío y la humedad que guardan las cuevas permiten mantener la flexibilidad de la palma para poder entretejerla con facilidad. La mayoría de estas cuevas fueron realizadas cuando se extrajo piedra caliza para construir distintas obras en la población. Para mantener la forma de la cabeza del sombrero mientras se teje, utilizan unos moldes de madera, y para conseguir una fina textura, bruñen la pieza con la parte más lisa de una concha de caracol de mar.
El acabado o planchado, se realiza en una prensa especial, que es la que le da forma deseada: redonda, tropical, española, tejana, indiana, norteña o pecos. El rallado de las hojas es de una, dos o tres partes o "partidas"; cuantas más partidas, más delgado queda el material y más fino el sombrero; el que se hace con hoja de una partida, se teje en tres días y el que se hace con una de cuatro partidas, tres semanas, de ahí la diferencia de calidad y de precio.
La máxima calidad de los sombreros se prueba arrugándolos y haciéndolos un taco que pueda pasar a través de un anillo, para luego soltarlos y dejar que recobren su forma, sin la menor arruga ni daño, lo que es sorprendente. La calidad es un tema muy disputado al tratar de los sombreros panamá. Hay dos procesos principales en su creación: el tejido y bloqueo. La mejor manera de calibrar la calidad de la estructura es contar el número de fibras por pulgada cuadrada. Menos de 300 serían consideradas de baja calidad. Los más raros y más costosos tienen de 1.600 a 2.000 fibras por pulgada cuadrada, y no es extraño que éstos se vendan a precios muy elevados. Se dan muchos niveles de calidad entre 300 y 1.600 fibras. Actualmente, aunque el panamá continúa hoy proporcionando un sustento para millares de ecuatorianos, sólo permanecen una docena de tejedores capaces de hacer unos sombreros de paja llamados "superfinos del montecristi".
Evite tomar el sombrero siempre por el mismo lado y/o ejercer mucha presión sobre el mismo, ya que con el tiempo la palma se fractura. Esto sucede sobre todo con las copas de los sombreros, que es el lugar favorito para sujetar los sombreros pero a su vez es una parte sensible. Los sombreros tienen una tela protectora en la punta para fortalecer esta parte.
La “Paja Toquilla” es un material orgánico que necesita de un grado de humedad para conservarse y mantener su flexibilidad. Por lo tanto, no es recomendable dejar el sombrero expuesto al sol en un ambiente cerrado.
Sugerencias adicionales
- Si las alas se deforman levantándose, una buena estrategia para devolverles su forma original es utilizar una plancha a vapor protegiendo el sombrero con una tela.
- Si el sombrero se llega a manchar o ensuciar levemente, una buena manera de limpiarlo es con una goma de borrar lápices.
- Nunca con agua o con alcohol.
- Para manchas más fuertes recomendamos utilizar las toallas de bebés o pañuelos faciales para ir removiendo poco a poco las manchas.
- Cualquier producto químico inapropiado tiende a resquebrajar las hebras de paja del sombrero.
- Sin embargo, si usted desea conservar perfectamente la forma original de su sombrero, es mejor evitar doblarlo o enrollarlo.
- La “Paja Toquilla” material del que está hecho su sombrero, mantiene mucho mejor su flexibilidad natural, mientras no se seque por completo, evítelo y su sombrero se conservará por más tiempo.
- Guarde su sombrero en una habitación con un grado de humedad relativamente alto, como un baño o una bodega.
- No es recomendable utilizar su sombrero bajo condiciones lluviosas, podría perder su forma.
Bueno ya sabéis, si queréis ir a la última, no pasar calor e ir elegante como los artistas de Hollywood cubriros con un "Sombrero Panamá" y salir a pasear tranquilamente por el bulevar de vuestro pueblo o ciudad cubiertos con esta auténtica joya.
Hans Klobuznik.