30 ene 2012

Cuento breve: "El Árbol de los Problemas"

Un viejo carpintero me había contratado para que le ayudase a terminar unos trabajos en una granja cercana y tras terminar el primer día de trabajo, vió que la sierra eléctrica se le había estropeado. También había perdido varias horas intentando encajar unas puertas que sin saber por qué, se le resistían.

Al salir camino de su casa, intentó arrancar en vano su camioneta, teniendo que desistir y pidiéndome por favor que le acercase. Todo el viaje fue en silencio, triste y pensativo. Al llegar a la puerta de su casa me invitó a pasar para tomar algo y conocer a su familia como gesto de agradecimiento, accedí y ambos nos dirigimos a su vivienda. El carpintero, poco antes de entrar, se detuvo ante un gran árbol que daba sombra a la entrada, se giró, tocó con fuerza y determinación las puntas de las ramas más bajas y siguió camino de la entrada. Llamó, y cuando la puerta se abrió, como por arte de magia, el carpintero se transformó. Sonriente, con una enorme alegría en sus gestos y con voz alegre y cariñosa se abrazó a sus dos hijos, besó cariñosamente a su esposa y bromeando conmigo nos sentamos en la mesa a tomar un pequeño aperitivo que su amada esposa no tardo en sacar.

Al poco rato y por educación, decidí marchar, y tras despedirme y dar las gracias, el carpintero me acompañó al coche. Al pasar nuevamente delante del árbol, y con sana curiosidad, no pude mas que preguntarle, qué es lo que había hecho con el árbol momentos antes de entrar.
¡Oh! exclamó sonriente pero con determinación: Este que ves aquí es “EL ARBOL DE MIS PROBLEMAS”. Como sé que no voy a poder evitar tener problemas en mi trabajo, esto no significa que tenga que llevarme los problemas a casa. De lo que estoy seguro es que los problemas no pertenecen ni a mi casa, ni a mi esposa y por supuesto a mis pequeños hijos. Así que cada día cuando vuelvo del trabajo, justo antes de entrar en casa, cuelgo todos mis problemas en el árbol, y por la mañana cuando salgo vuelvo nuevamente a cogerlos. Pero lo divertido es -exclamó sonriente- que cuando salgo por la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos problemas como los que recuerdo haber colgado la noche anterior, y eso es debido a que el aire y el viento sacuden las ramas, y los problemas allí colgados vuelan y se esparcen por todo el mundo. Y con una amplia sonrisa en sus labios y un fuerte apretón de manos nos despedimos hasta el día siguiente.

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