12 mar 2012

El Lilium y el Sapo

Erase una vez, hace mucho, mucho tiempo, cuando las plantas y los animales todavía se hablaban que existía un jardín donde convivían las variedades mas hermosas de flores; los Iris, las Rosas, los Gladiolos, los Claveles y las Margaritas. Pero sobre todas había una flor que destacaba sobre las demás y decía que había venido de Oriente y se hacia llamar Lilium oriental.
Este bulbo con su gran campana floral, sus pétalos enormes, su blanco níveo y su suave pero intenso perfume no hacía más que pavonearse ante las demás. Un día pasó por el jardín un gordo y brillante sapo, quedándose este prendado de la belleza de la flor. "¡Hola! ¿Quieres ser mi amigo?" -la dijo- "Sapo repugnante, vete no molestes y no me vuelvas a hablar, ¿no ves como soy yo? Mírate en el lago y verás porque no quiero saber nada de ti" -le contestó el engreído Lilium-.

Triste, cabizbajo y dolido siguió camino del lago el sapo. Al cabo de unos días se desencadenó una fuerte tormenta, llovió, granizó, hizo fuerte viento y mucho frio y la bella flor sufrió. El granizo agujereó sus suaves pétalos, los finos bordes se quemaron, poniéndose negros por el frio y el fuerte viento ladeó la planta y torció su tallo. Atraídos por la humedad vinieron los mosquitos, aparecieron los pulgones y salieron los caracoles y las babosas, comiéndose los unos parte de las hojas y los otros las puntas de los capullos. La planta estaba desconsolada, ella que era tan bella, en lo que se había convertido en tan breve tiempo.
Pasada la tormenta, al poco tiempo volvía a pasar ya de regreso el sapo, y quedándose parado ante ella y viéndola tan maltratada la dijo sin rencor: "Ánimo, no llores, no te pongas triste, ya sabes que después de cada tormenta siempre vuelve a salir el sol, y pronto volverás a lucir una nueva flor, igual o quizás mas bella que la anterior".
Avergonzada la flor, en voz baja y temblorosa, le dijo al sapo "Sapo perdona mi arrogancia aprendí que no todo se puede apoyar en la apariencia externa y que lo más importante es la belleza del corazón y que los unos necesitamos de los otros. ¿Quieres quedarte con nosotras en nuestro jardín? Así podrías comer las moscas, los insectos que desees y podrías cuidar de nosotras espantando a los caracoles y cubriéndonos con grandes hojas protegiéndonos de las tormentas y los chaparrones. Nosotros a cambio te daríamos sombra y cobijo cuando salga el sol, atraeríamos a los insectos para que tu comas y perfumaríamos tu estancia cantándote además bellas canciones cuando el viento acaricie nuestras flores".

Así, sin mucho que pensar se quedó a vivir para siempre el sapo en el jardín de las flores y desde esa remota época, sapos, ranas y culebras conviven en armonía ayudándose mutuamente, siendo todavía hoy grandes amigos conviviendo en paz y armonía.


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