10 ene 2022

El inmigrante

Corría el año 1960 y España aun en plena recuperación económica pasaba por una etapa muy dura. Paro, sueldos muy bajos y dificultad para llegar a final de mes, situación muy habitual. 

Pedro, albañil y padre de dos niños de corta edad, decidió un día, para poner fin a sus penalidades emigrar a Alemania. Allí quería hacer rápidamente dinero para mandárselo a su mujer y sus niños para sacarlos de la pobreza. Dicho y hecho. Nada más llegar a Stuttgart encontró trabajo inmediatamente poniéndose a trabajar y a ahorrar. 

Triste y solo escribía cada dos días una larga carta a su mujer, contándola su día a día. Así estuvo varios meses, pero poco a poco las cartas fueron cada vez más escasas, y el importe de dinero mandado menos cuantioso. Al año dejó definitivamente de escribir, y al año y medio dejó también de mandar dinero. La mujer desesperada le escribía rogándole mandase urgentemente dinero, pues tenía grandes problemas económicos. El alquiler, la comida, la luz, el gas, el agua, los niños… Pero todas sus cartas quedaron sin respuesta. 

Así fueron pasando los meses y los años, pero un día por fin, a los cuatro años de su marcha llegó la tan esperada carta desde Alemania. En esta ponía: Querida familia. Alegraos que vuelvo a casa. Estaré allí, en 15 días. 

Ese mismo día la mujer, cogió pluma y papel y le contestó: Estimado Pedro. Mi querida pareja, Miguel, mis 4 hijos y yo nos alegramos que estés bien, y estamos deseando que vengas, para enseñarte mi nueva casa, mi nueva familia, mi nuevo coche y mi nuevo negocio… Atentamente tu ex mujer.

Hans Klobuznik

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