-Queridísimo amigo, cuanto me alegro de volver a verte, después de tantos años, quizás ni siquiera te acuerdes de mí, pero…
Yo educadamente le interrumpo diciéndole:
-Perdón, pero antes de nada quisiera advertirle, que hoy mismo he dimitido de mi cargo.
Y antes de poder seguir explicándoselo, sin más, el visitante malhumorado, levantando la voz me increpa groseramente diciéndome:
-Así que con esas estamos, encima del madrugón y de la paliza de viaje que me he dado, teniendo que aguantar además este maldito calor...
Y sin mediar más palabras, se levantó de la silla, cogió su abultada cartera y salió por la puerta, dando un fuerte y sonoro portazo.
Hans Klobuznik
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