23 oct 2013

¿Por qué amarillean las hojas en otoño?

De  nuevo estamos en otoño. A mi, particularmente, me encanta esta estación del año. Los colores del otoño son únicos, ademas el olor a tierra mojada, a chimenea, el golpear de la lluvia contra los cristales, los tonos rojizos y amarillos en la naturaleza y el calor de una chaqueta olvidada durante unos meses en el fondo del armario.

Ya no se derrite el chocolate, y es el momento de salir a pasear al campo escuchando el crepitar de las hojas secas cuando las pisas. Época de buscar setas, y recoger nueces y castañas. Empiezan nuevos capítulos de las series que mas nos gustan, se acabaron las fiestas de los pueblos y comienza la liga, la champions y la requetecopa.

Pero no os habéis preguntado alguna vez el por qué de esa explosión de colores en nuestros bosques, parques y jardines. Las hojas se tiñen año tras año de rojo, marrón, amarillo, ocre... Que maravilla ¿verdad? Si os interesa, ahora lo veremos.

En esta época del año a principios del mes de octubre, empieza a refrescar, y el suelo empieza también a enfriarse por la reducción de horas de luz y la poca fuerza de los rayos de sol, por lo que las raíces de los arboles entran en un estado de rigidez y letargo, no pudiendo ya absorber el agua de la tierra. A la vez aumenta considerablemente la humedad ambiente, siendo la evaporación de las hojas cada vez menor. Si las hojas ya no evaporan agua, y las raíces no pueden absorberla, dejan de recibir las sales disueltas en el agua, necesarias para alimentarse. La disminución de la luz y el frío sirven de señal para que comiencen a actuar algunas hormonas de las plantas, como es el etileno. El Etileno produce el envejecimiento de algunos órganos de la planta, como es el caso de las hojas.
Por consiguiente las hojas a partir de esas fechas empezarían irreversiblemente a morir de hambre. Sin embargo antes de que se desprenda el árbol de sus hojas, absorberá los valiosos alimentos que contienen las hojas, como son el almidón y las proteínas, acumulándolas en sus tallos y ramas, para ponerlos nuevamente  a disposición la primavera siguiente, para la rápida creación del nuevo follaje. Este ciclo no sería posible, sin una reacción química, siendo esta la responsable de la magnifica coloración de las moribundas hojas.      

Durante la primavera y el verano las hojas contienen en su interior varios pigmentos  como son la antociana los carotenos, las xantofilas  y la clorofila, pero el mas importante y potente pigmento es el verde de la clorofila. La clorofila tiene un potente pigmento que anula los demás colores. Por ejemplo también existe un pigmento de color amarillo que es el caroteno, siendo sin embargo anulado este por la fuerza del pigmento verde de la clorofila. Esta no solo tiene la labor de colorear la hoja de verde, sino de alimentar también al árbol y de favorecer su fotosíntesis. Al absorber en otoño el árbol la clorofila de las hojas para crear la fuerza y reserva para la brotación de la primavera siguiente, aparecen los colores que estaban latentes pero anulados por el verde de la clorofila, volviéndose entonces las hojas amarillas.
La coloración roja de las hojas también tiene relación con la desaparición de la clorofila en otoño. Para el transporte a las ramas necesita el árbol también sustancias que los biólogos llaman enzimas. Estas encimas son muy sensibles , y no toleran bien la luz. Entonces el color rojo del pigmento llamado antocianina, protege a estas enzimas de la luz mientras estas transportan la clorofila al tronco y las ramas creando entonces el color rojo tan característico en las hojas durante el otoño.

Así en otoño poco a poco las hojas con estos nuevos colores  se van secando y nosotros vamos percibiendo esa magnífica paleta de colores con toda su  variedad y sus diferentes matices.
También, gracias a las enzimas hidrolíticas se produce la rotura de la pared celular de los peciolos, entre el tallo de la hoja y la rama y se va creando una capa de separación, consiguiendo que al poco tiempo la hoja ya no se pueda mantener unida y esta caiga al suelo debido al movimiento del aire y el peso de las gotas de lluvia. Estas hojas con el pasar del tiempo y las heladas terminan muriendo definitivamente, siendo sin embargo todavía de gran valor para el árbol, ya que crean una capa protectora contra el frío haciendo de manta a las raíces, protegiéndolas del frío, creando ademas una capa protectora a la evaporación del agua de lluvia, y creando un ambiente inmejorable para la aparición de los microorganismos necesarios en la naturaleza, convirtiéndose tras pudrirse esta capa de hojas con el paso de los años, en nuevo alimento para las raíces.

Bueno, pues ya desentrañamos los secretos de nuestros arboles artistas y pintores, y disfrutemos ahora de estos regalos de la naturaleza que año tras año nos brindan bosques, parques y jardines.                                                                                             Hans Klobuznik.



     

Recordatorio técnico:
   
Clorofila
Se encuentra en las hojas de las plantas, es el compuesto encargado de realizar la fotosíntesis (convertir el CO2 en oxígeno y carbohidratos) y es quien absorbe los rayos rojos y azules de la luz del sol (y refleja las ondas verdes, de ahí el color).
La clorofila es el motor de las plantas, por eso en periodos de crecimiento como la primavera y verano es el pigmento más abundante. Sin embargo, es un compuesto no muy estable. Cuando los días se acortan y las temperaturas bajan, la clorofila se descompone y los pigmentos verdes se comienzan a deslavar y son absorvidos por el propio árbol para favorecer la brotacion de la temporada siguiente.
Carotenoides
Los carotenoides también absorben los rayos de sol y ayudan a la fotosíntesis, sólo que lo hacen a menor escala, absorbiendo una diferente gama de rayos de luz (absorben los azules y verdes, así que reflejan los amarillos). Cuando la clorofila comienza a descomponerse, queda el amarillo de los carotenoides. Cuando éstos también comienzan a desaparecer, queda el color marrón, por ejemplo el de los robles.
Antocianinas
Finalmente, las antocianinas absorben rayos azules y verdes y reflejan una gama de colores como escarlatas, o incluso púrpuras, por eso árboles como los arces se tiñen de color rojo  

14 oct 2013

Una flor en el ojal.

Hoy en día nadie se sorprende de ver a alguien ya sea mujer u hombre, en una fiesta, en una boda o por la calle con un prendido de flores naturales, en el cuello del vestido, en la solapa del traje o en el chaqué.  
Ya el famoso maestro granadino (Francisco Alonso, 1887-1948) compuso en el pasacalles "Los Nardos" las siguientes frases en su famosísima canción "La calle de Alcalá": "Lleve usted nardos caballero, si es que quiere a una mujer…” y esta otra: "El buen mozo que la ve, va y le dice: venga usted, a ponerme en la solapa lo que quiera… que la flor que usted me da, con envidia la verá todo el mundo, por la calle de Alcalá”. Cuenta la leyenda, que el llevar una flor en el ojal un caballero, proviene de una antigua costumbre, y cuentan que tuvo su origen durante la Revolución Francesa, siendo la primera persona que utilizó una flor en su chaqueta, en concreto un perfumado y vistoso clavel blanco.

Un caballero llamado Rougeville que, habiendo obtenido permiso para entrar en la prisión de la “Conciergerie” donde esperaba su trágico destino, y languidecía María Antonieta de Francia esperando su triste final en el cadalso (plataforma para ajusticiar públicamente), tuvo la idea de esconder, en el cáliz de un gran clavel blanco que puso en su jubón, un mensaje para la desdichada reina, aunque este hecho no tuvo el éxito que se esperaba y la reina no pudo ser liberada, y terminó conociéndose este hecho, como la conspiración del clavel. Después de este episodio, la nobleza francesa comenzó a utilizar un clavel blanco como distintivo en sus trajes, mientras que los partidarios de Bonaparte utilizaron como símbolo un clavel rojo. Cuentan que el color purpura que la cinta de la Legión de Honor, que Napoleón instituyó, se relaciona con el color bermejo del símbolo floral elegido por los seguidores del Emperador.



El uso de las flores en el ojal no pasó los confines de Francia, pero en 1837, en Inglaterra, durante un gran baile, fue presentado a la reina Victoria el joven Alberto de Coburgo, enamorándose la soberana inmediatamente de él, apenas lo vio, y como muestra de su afecto desprendió una flor del ramillete que adornaba su vestido y se la ofreció, el joven ante el honor que le hacía, pidió que le trajeran unas tijeras y se dio un corte en la solapa de la chaqueta para colocar en ese lugar la flor, allí nació su historia de amor y una moda que ha traspasado varias épocas, creándose así la moda, del caballero elegante, con una flor en el ojal.

Desde Maria Antonieta hasta nuestros días, la moda de llevar una flor en el ojal se ha mantenido con más o menos seguimiento hasta ahora, si bien, en ocasiones de mucha etiqueta o en eventos formales como bodas es algo habitual, con todos los adelantos de que se dispone hoy día las flores en el ojal cuentan con ingenios modernos que las mantienen frescas mucho más tiempo, aunque desde el siglo XIX, cuando los “tailleur”(traje de chaqueta femenino) eran moda, las modistas y las floristerías de renombre ya vendían broches especiales para colocarlos debajo de las solapas, algunos con unos tubitos de vidrio en los que la flor hallaba suficiente humedad para mantenerse fresca durante horas. El tubito tenía un poco de algodón hidrófilo empapado en agua. La flor en la solapa en los caballeros, en las bodas, es porque como todos los invitados van de traje o de chaqué muy parecidos o iguales, para diferenciar un poco al novio y al padrino del resto de los invitados, para darles más importancia, se les pone una flor o un prendido floral generalmente a juego con el ramo de la novia, o con la personalidad del novio, y en muchos casos con la temática de la boda si la hubiera. He visto bodas donde el padre del novio también lleva el "boutonniere" (que es el nombre de este arreglo floral para caballero) en la solapa. Personalmente no estoy muy de acuerdo, el boutonniere sólo le pertenece al novio y al padrino y a nadie mas. En cada época se ha impuesto preferentemente la costumbre de utilizar una determinada flor, hubo la época de los crisantemos, cuando Oscar Wilde solía llevar una de estas grandes corolas en su solapa, luego se puso de moda la orquídea, flor preferida por el primer ministro inglés Chamberlain, también ha tenido su momento el clavel, del que era un seguidor Churchill. Durante finales del siglo XIX hasta la primera guerra mundial estuvo de moda en los hombres la gardenia, y entre las mujeres un ramillete de varias flores o “corsage”(prendido de flores para el vestido, o colocado en la muñeca, a diferencia del "boutonniere"que es mas masculino), y en la España “cañi”, no podía faltar en las solapas un nardo primero y después una violeta.

Otra posible historia sobre la procedencia de los prendidos es la siguiente anécdota. El príncipe consorte Alberto de Sajonia (1819-1861), casado con la reina Victoria I del Reino Unido, era un hombre que destacaba por su elegancia. Siendo novios su prometida, Victoria, le regaló una rosa y él, que tenía fama de hombre galante y amable, se hizo un agujero en la solapa de la chaqueta que llevaba puesta para ponerse la flor. A partir de entonces hizo colocar un ojal en todas sus americanas. Los sastres de la época enseguida pusieron de moda la idea del ojal para llevar una flor en él. Con el tiempo ese ojal ha servido no solo para las flores sino que para llevar todo tipo de insignias, pins, medallas, pero principalmente por elegancia y distincion, se ponen flores.

Recuerda, si quieres destacar en cualquier fiesta sin llamar la atención ponte flores en el ojal y triunfarás.

Hans Klobuznik.

1 oct 2013

Planta del mes de Octubre: Polyscias

BRILLANTE Y LUMINOSA, ACAPARA TODA LA ATENCIÓN

Las Polyscias, son plantas discretas, que no necesitan tanta luz, a diferencia de otras plantas con flores que sí necesitan luz solar directa, por eso, este género de plantas no tendrá inconveniente en acomodarse en cualquier rincón de la casa. Aunque eso no significa que no llame la atención o pase desapercibida, pues desde su discreta posición, brillará resplandeciente. Este es un buen motivo para ser la planta protagonista en el mes de octubre.

Una planta que puede vivir bien en un lugar sin mucha luz natural, puede ser muy ventajoso para aquellos hogares que no son muy luminosos. Además las Polyscias son plantas muy bonitas y muy decorativas que embellecen cualquier ambiente. Sus características ramas de tallo grueso le hacen ser muy resistentes. Las hojas pueden ser redondas o en forma de corazón, y a menudo con un borde ondulado irregular. En su mayoría son de color verde, pero algunas variedades de Polyscias también tienen hojas en otras gamas de colores.



En constante crecimiento
Las Polyscias son plantas poco exigentes, que se conforman con la poca dedicación que se les pueda brindar. No necesitan mucha agua, la tierra no debe estar demasiado húmeda, sino más bien ligeramente seca. Mantener la temperatura ambiente sin grandes cambios, y añadir un poco de sustrato para plantas de vez en cuando en el agua, es más que suficiente para que crezca de forma sana y constante. Ese crecimiento hará que tenga la necesidad de cambiarla a un tiesto más grande en poco tiempo. Lo notará cuando compruebe que las raíces empiezan a sobresalir y a topar con las paredes de la maceta.

Un compañero de piso de tamaño adulto
Aunque hablamos de una planta discreta, que requiere pocas atenciones y que se conforma con un rincón menos iluminado, eso no significa que no esté llena de vida. Se trata de una planta muy alegre, con brillo, voluminosa, y cuya presencia se hace notar. Las Polyscias pueden llegar a convertirse en un compañero de piso de tamaño adulto. Realizando los cuidados comentados, y ampliando el tamaño del tiesto siempre que lo necesite, esta planta puede llegar a medir hasta un metro y medio de altura.