26 may 2014

El significado de los colores

El significado de los colores es uno de los lenguajes que emplea el arte para transmitir su mensaje. Otras disciplinas que tienen en cuenta el significado del color son la comunicación gráfica, la publicidad, la psicología del color, la cromoterapia, la decoración, la moda, el esoterismo, y cómo no el arte floral...

El color es una parte del espectro lumínico, y por ende energía vibratoria. Y esta energía afecta de diferente forma al ser humano, dependiendo de su longitud de onda, y del color en concreto, produciendo diferentes sensaciones, de las que normalmente no somos conscientes. Pero la gente que trabaja en agencias de marketing y publicidad, los asesores de imagen de empresas, los diseñadores industriales y de moda, así como decoradores y floristas, son bien conscientes de ello, y utilizan los colores para asociarlos coherentemente al tipo de producto y mensaje que quieren hacer llegar.

Desde hace años se han hecho todo tipo de pruebas para analizar las sensaciones que sugieren los colores . La comunicación se puede hacer a través de palabras, sonidos, con imágenes, pero sobre todo con colores, y estos no suelen ser aleatorios, sino suelen estar perfectamente estudiados.

Vamos a mostrar a continuación el significado de los colores básicos . Puede haber alguna discrepancia según autores, pero en lo fundamental, prácticamente todos coinciden y suelen estar de acuerdo.

Todos sabemos que los colores son capaces de transmitir emociones pero muchas veces no sabemos su significado simbólico. En esta breve guía vamos a dar algunas ideas para poder configurar el color de las flores en los ramos que piensas comprar o enviar para que ellas puedan hablar por ti.

AMARILLO (Girasol)
El color del Sol. Es el color del egoísmo, de la envidia y los celos. También está asociada a la mala suerte, el engaño y la infidelidad. Sin embargo, también representa la alegría, la felicidad, la inteligencia, la energía y la calidez. El color amarillo es también un color que aporta la felicidad y está asociado a los signos Géminis y Tauro (ocre)

AZUL (Iris)
El color del cielo y del mar. Expresa confianza, armonía, fidelidad y afecto, grandiosidad y libertad, serenidad, verdad, dignidad y constancia. El azul ayuda a controlar la mente, a tener claridad de ideas y a ser creativos. El color azul está asociado a los signos, Piscis y Acuario.

ROJO (Tulipán)
El color de la pasión, la emoción y la agresividad de la energía y del peligro. Del amor apasionado y del deseo de victoria, de fuerza de voluntad y de sensibilidad. El rojo aporta también confianza en sí mismo, coraje y una actitud optimista ante la vida. El color rojo está asociado con los signos Aries y Escorpio.

BLANCO (Azucena)
El color de la luz. Es el color de la pureza, de la inocencia y del pudor. Expresa también calma, armonía y es el color de la infancia y la bondad. El blanco es el color que puede hacer sentir libre y olvidarse de las opresiones. El color blanco está asociado al signo de Cáncer.

LILA (Nenúfar)
Representa el amor a los amigos, el amor sincero y el respeto por la amistad. Su signo asociado es el de Leo.

NARANJA (Gerbera)
El color del fuego. Combina la energía del rojo y la alegría del amarillo, es el color de la precaución y del regocijo, del placer y de la alegría, del entusiasmo y la determinación y del éxito. El naranja estimula la mente, renueva la ilusión en la vida y es el perfecto antidepresivo. El color naranja está asociado al signo Virgo.

ROSA (Rosa)
Es el color de la ingenuidad, la bondad y la ternura. Es el símbolo de juventud, feminidad y ausencia del mal, de elegancia, dulzura y romanticismo. El rosa es un color emocionalmente relajado e influye en los sentimientos convirtiéndolos en amables, suaves y profundos. El color rosa está asociado al signo Libra.

VERDE (Anturium)
Es el color de la naturaleza, simboliza la esperanza, la naturaleza y la juventud. El equilibrio, optimismo y descanso, el frescor, la salud y la vida. El verde nos crea un sentimiento de confort y relajación, de calma y paz interior, que nos hace sentir equilibrados interiormente. El color verde está asociado a los signos Capricornio.

VIOLETA (Saintpaulia)
Es el color de la calma, del autocontrol, la modestia, generosidad y humildad. Es símbolo de timidez, de extravagancia, de independencia y de creatividad. El violeta y el morado son colores de transformación al más alto nivel espiritual y mental, capaces de combatir los miedos y aportar paz. Estos colores están asociados a los signos Sagitario.

Y recuerda las flores, sus arreglos y sus colores pueden hablar por ti.

Hans Klobuznik.

12 may 2014

Historia del ramo de novia

¿Por qué la novia lleva flores en su boda?

Es difícil seguir el rastro a esta tradición, pues es un compendio de diferentes épocas, costumbres y creencias. A lo largo de la historia, las flores han sido utilizadas para multitud de fines, dada su gran variedad de significados, y la gran cantidad de emociones que transmiten. A través de los siglos, al ramo nupcial se ha cargado de fuertes significados, representando y simbolizando la virginidad, la fertilidad, la generosidad, la esperanza, o la prosperidad. Así, no hace tantos años, nuestros antepasados utilizaban un lenguaje secreto con las flores para transmitir mensajes ocultos a sus parejas aunque en la actualidad esta tradición se ha olvidado.

Utilizar flores en la boda, se remonta a la época de los antiguos egipcios y romanos, donde las novias tenían la costumbre de llevar un ramo, con hierbas aromáticas, como tomillo, ajo etc., con el fin de ahuyentar así a los malos espíritus. Una vez pasada la ceremonia, el ramo era comido por los novios con el fin de obtener ciertos poderes afrodisíacos y para protegerse de los malos espíritus que pudieran interferir con la felicidad de los esposos. En diferentes culturas y civilizaciones a lo largo de la historia, el uso del ramo de novia fue concebido con fines religiosos, cuando la novia, al terminar la ceremonia religiosa, lo ofrecía a sus dioses con el fin de ser protegida durante su matrimonio y tener descendencia sana y abundante.

En la Polinesia a las novias se las adornaba con complicadas guirnaldas de diferentes tipos de orquídeas. A las mujeres hindúes se las aventaba con pétalos de rosas a su paso, sin importar su condición social y entre los novios se intercambiaban collares hechos de flores como símbolo de aceptación, y prosperidad. En Grecia, las novias elegían usar ramos de hiedras, atribuyéndola a la resistencia de esta planta la simbología de una unión fuerte y duradera. Asimismo, en el Mediterráneo, era común ver ramos hechos con ramas de naranjo y flores de azahar, como símbolo de pureza. La costumbre del ramo de novia se fue manteniendo hasta nuestros días, y llegó a Europa transformado en forma de ramo de flores. La flor que se utilizaba por esa época era el azahar, flor que simboliza la pureza, ya que en primavera, época que florece esta flor, era la fecha en la que se celebraban los enlaces.

Actualmente, el ramo de novia es algo más que un elemento supersticioso o religioso. Hoy en día es uno de los complementos más importantes de toda novia; es el que le da personalidad, elegancia y distinción. Con su ramo, la novia está diciendo como es, qué le gusta, que color es su favorito... por eso hay que dedicarle tiempo a la hora de elegirlo; así como dejarse aconsejar por un experto florista para coordinar y enriquecer el estilismo de la novia.

Un ramo de novia es "algo más que flores", es parte de su personalidad, es parte de ella misma. Las flores siempre han tenido un simbolismo especial; el ramo de la novia se traduce como la carta de presentación de ella misma; representa, su carácter, su estilo y su ser mas intimo. El ramo de la novia resume, no sólo una expresión milenaria de buenos deseos, sino que actualmente se convierte en el accesorio principal del arreglo de la novia, mostrando su estilo y personalidad. Más allá de los gustos y la estética, se tendrá que considerar para su elaboración, la estación del año, el estilo y color del vestido, la apariencia física, la estatura, el color de la piel y el pelo y fundamentalmente, la personalidad.

Como anécdota podemos ver como algunos estudiosos cuentan, que el nacimiento del ramo de novia y su tradición es debida a que en la Edad Media la mayoría de las bodas se celebraban en el mes de junio, al comienzo del verano. La razón era sencilla: En aquella época la gente no solía bañarse durante todo el invierno, ya que el baño se consideraba impúdico e insano, así pues solo se lavaban manos y cara de vez en cuando, siendo el primer baño del año en el mes de mayo, por lo que en junio, el olor de las personas aun era tolerable. Pero como algunos olores ya empezaban nuevamente a ser molestos, las novias decidieron llevar ramos de flores, junto a su cuerpo para disimular así el mal olor. Así pues dicen que nace el mes de mayo y junio, como el mes de las novias y la tradición del ramo de novia. 

Actualmente la tradición exige que el ramo lo escoja la novia, aunque se lo compren o paguen las amigas, compañeras o algún familiar y como mucho la podrán acompañar a escogerlo, su madre, hermana o quizás su mejor amiga, siendo entregado este a la novia en su casa justo antes de la ceremonia y sin que nadie lo pueda ver antes, en especial el novio.

El Lanzamiento del Ramo: Tiene sus orígenes en la Francia del siglo XIV, Normalmente, es la novia quien decide a quién se lo quiere regalar, pero quizás lo más común, es que sea ella misma quien lo lance de espaldas al grupo de sus amigas solteras mas íntimas, diciendo la tradición, que la que reciba el ramo será la próxima novia, por lo que la afortunada que atrape el ramo de la novia tendrá suerte y será la próxima en casarse.

Aquí te brindamos algunas claves para que puedas orientarte, y hacerte una pequeña idea para elegir tu ramo de novia:

  • Prioridad, la comodidad. El ramo te acompaña casi toda la noche y es recomendable elegir aquel que ademas de estético, puedas manejar con facilidad. Si es cómodo de portar podrás lucirlo con naturalidad y será un aporte a tu belleza y elegancia.
  • Elegir las flores según la estación. Cada mujer tiene su flor predilecta, pero muchas veces, la fecha de su boda no coincide con este deseo. Hay flores que se encuentran en casi todas las temporadas, las rosas por ejemplo, pero otras, sólo se ven en su estación de floración. En verano, las mejores opciones son las rosas, las dalias, los nardos, los lilium, las calas, los girasoles, o los gladiolos.  En primavera, rosas, violetas, azucenas, orquídeas, tulipanes, anémonas, peonias y muguets.  El otoño te ofrece, chrisantemos, caléndulas, rosas, lilium, aster, amaryllis y gladiolos.  En invierno florecen el jacinto, la mini orquídea, alstroemeria, freesia, camelias, acebo etc. Aunque hoy en día se puede prácticamente disponer en todas las épocas del año de todas las variedades de flor.
  • Considerar la línea y el estilo de tu vestido. Los vestidos con mucha elaboración o aquellos realizados con géneros muy recargados requieren un ramo de líneas mas sencillas. Los de un concepto más minimalista admiten elecciones más osadas. Si la línea de tu vestido es recta o estilizada, armonizan los ramos redondos, en cambio si son amplios, se llevan mejor con los formatos alargados o en forma de cascada o lágrima. En cuanto a las proporciones, una mujer alta podrá usar arreglos grandes, en cascada o voluminosos y las bajas, opciones moderadas en cuanto al tamaño, bouquets o tamaños mas discretos. El tipo de flores también definen el estilo. Las rosas, calas, orquídeas, camelias, nardos, peonias y lilium, acompañan muy bien a vestidos de corte clásico. Los lisianthus, alstroemerias, alhelíes, margaritas, tulipanes y gypsophilas son de carácter más informal.
  • Armonizar los colores. El ramo es un foco de atención importantísimo y por estar delante de la novia y presente en casi todas las fotos, debe armonizarse con el tono de la piel, el color del vestido y maquillaje. Las morenas podrán optar por colores más intensos, las rubias lucirán bien con el blanco y los tonos pasteles, las pelirojas con ocres y colores cálidos.
  • Reflejar tu personalidad. El ramo de novia es tu carta de presentación. Si eres clásica optarás por rosas, orquídeas o liliums,atadas con cinta de tul. Una personalidad sofisticada quizás elija calas, camelias o nardos,atadas con un cordón de seda. Una mujer romántica combinará orquídeas y lirios, peonias o mougets, con una cinta de encaje . Las novias más informales se inclinarán por un ramo de flores como recién recogidas del campo, de margaritas, calendulas, hortensias o narcisos, atadas con un cordel de cintas de rafia. La cosmopolita llevará una vara de orquídeas blancas, ramo con flores varias, o tulipanes amarillos. Una personalidad creativa, aportará al ramo, accesorios y detalles en cristales, tules o perlas.



Las opciones son muchas, y la creatividad de los artistas floristas, logra combinaciones ¡sorprendentes! pero déjate aconsejar por ellos, aunque tu les des la pauta a seguir, con tus gustos y deseos. Elije tu ramo siguiendo estos consejos, para que todo sea perfecto. Recuerda sobre todo, que entre todas las flores de ese día, la más bella siempre ¡serás tú! Hoy en día el ramo de novia resume una expresión milenaria de felicidad y buenos deseos, siendo el accesorio principal del arreglo de una novia, mostrando así su propio estilo y personalidad.

Un par de ejemplos: Ramo de novia con Hortensias La hortensia, Hydrangea Macrophylla, es de origen japonés. Su nombre, ajisai, significa flor de sol morado, que para los nipones representa amor paciente, y simboliza el camino al paraíso. Esta flor puede tener intensos tonos blancos, rojos, rosas, azules, púrpura o verdes. Además de su gran variedad de llamativos colores y tonalidades, es una de las pocas flores que ofrece el color azul natural para un ramo nupcial. Por su forma redondeada es ideal para bouquets románticos. Bouquet Primaveral con Margaritas Las Margaritas, se pueden tener durante todo el año, duran mucho sin agua y las tenemos en todos los colores y en multitud de variedades y formas, para hacer alegres y simpaticos ramos o bouquets primaverales. Ramo o Bouquet de Rosas Las rosas igualmente son ideales para hacer ramos tanto en redondo, en cascada o con tallo largo y las hay en diferentes colores. Ramo de tallo largo Para este tipo de ramo son ideales las calas, las rosas y los nardos.

¡Y recuerda, no te agobies y disfruta de ese día, felicidades novias!

Hans Klobuznik.

4 may 2014

La fuerza de una Madre.

Esta historia se desarrolla a finales de Septiembre, cuando el verano ya daba a su fin, faltando entonces pocos días para que entrase el equinoccio de otoño, anunciando éste el cambio de estación. Esa mañana había refrescado y se estaba levantando algo de viento. Negros nubarrones se veían colgados en el cielo, allá a lo lejos en el horizonte, y eso no presagiaba nada bueno para las próximas horas. En esta época del año en la que entra la luna llena, se encuentran alineados, el sol, la luna y la tierra, dando paso con esta situación, a las famosas y temidas mareas vivas, mareas que pueden crear olas de entre 10 y 12 metros de altura. Sobre estas mareas vivas los marineros de la zona nos podrían contar muchas, tremendas y terroríficas historias de barcos hundidos, con la desaparición de sus tripulantes, unos ahogados y otros no llegando nunca a aparecer, aun siendo estos, valientes y experimentados marineros.

Pero aquí, en Caramiñán, pequeño y tranquilo pueblo costero donde casi todo el mundo se dedica a la pesca, no gustan hablar de ello, sobre todo en un día como el de hoy, en el que un barco a vapor está amarrado en su puerto y listo para zarpar, con su bodega repleta de alimentos, enseres y equipajes, con sus diez pequeños y coquetos camarotes y la cubierta llena de bulliciosos y alegres pasajeros. El pequeño buque se llama Vikingo, y es el único enlace que tiene la pequeña isla llamada Graciosa, con tierra firme. La islita tiene un alto y esbelto faro pintado a franjas horizontales en blanco y rojo, tiene también una pequeña tienda donde se encuentra de casi todo y una tasca o bar que se convierte en centro social y sitio de reunión para todos los que allí viven. No son muchos los habitantes que tiene y aunque en verano se multiplican por tres, dedicándose estos principalmente a la pesca, al buceo y a la observación de las aves, ahora se quedan solo unas cuantas familias, las cuales se conocen perfectamente entre sí.

Juana -La Ventera-, como le llamaban en el pueblito, había madrugado ese día para ir a tierra firme acompañada de su pequeño retoño, que por cierto, ¿quién no la conocía por aquí? Esta chiquilla se llamaba Margarita y era su hija, conociéndola todo el mundo como la simpática camarera, recadera y alegre animadora del pequeño y simpático bar de la pequeña isla. La niña llevaba un trajecito blanco con grandes lazos rosas, zapatitos negros y medias de hilo blanco hasta las rodillas y había ido a tierra firme acompañada de su madre a encargar un vestidito, pues al año siguiente pensaba hacer la primera comunión. Como era costumbre en ella, corría alegre por toda la cubierta curioseándolo todo, y te la podías encontrar por todas partes, recordándome a esas golondrinas que van y vienen revoloteando por encima de casas, charcas, fuentes y jardines a la caída de las cálidas y tranquilas tardes de verano.

La madre de Margarita era una mujer aun joven, de aspecto frágil, y muy hermosa que radiaba una agradable sensación de tranquilidad, fuerza y seguridad. Recuerdo verla sentada en uno de los bancos de cubierta que daban al mar, con un pequeño libro en las manos, y aunque parecía ensimismada en su lectura, continuamente se la veía levantar la vista, siguiendo con sus grandes ojos los paseos y carreras de su inquieta hija. De vez en cuando corría la niña al banco donde estaba su madre, se abalanzaba a su cuello, y sin decirla una sola palabra, la abrazaba cubriéndola con una lluvia de atronadores besos.

Dos toques de sirena, un largo sonido de silbato y el buque se puso en marcha. Recogieron amarras, y pusieron rumbo al mar en dirección a la isla. Aun no habían salido del puerto, y el barco ya se balanceaba como si de una cascara de nuez colocada en medio de un caudaloso arroyo en otoño se tratara. Los pasajeros algo temerosos al ver la mala mar se fueron metiendo poco a poco bajo cubierta, a excepción de algunos jóvenes intrépidos, varios marineros, la madre y su simpática niña.

Olas inmensas azotaban el costado del buque, que se revolvía en un vaivén tan intranquilo, tan angustioso, como si se quisiera resistir a que le robaran las riquezas que portaba en su bodega. Ya casi todos estaban guarecidos en sus camarotes o en el salón del buque siendo este continua y brutalmente zarandeado por inmensas olas, pudiéndose oír el crujir lastimero de sus hierros y maderas. El viento silbaba entre las rendijas de las ventanas, poniendo al pasaje aún más nervioso, dando el barco la sensación de ir a zozobrar en cualquier momento.

Ahora la madre ya había cogido a su hija entre sus brazos y la tenía sujeta como si fuese parte de su propio cuerpo, encaminándose lentamente hacia la puerta de entrada de los camarotes para buscar protección. Ella vivía desde niña en la isla y sabia de la fuerza del mar y lo que este es capaz de hacer cuando se embravecía. El viento rugía, el mar se revolvía, grandes crestas de espuma blanca lamían la cubierta del buque. Pero de pronto se sintió una fuerte sacudida en el costado del vapor perdiendo la mayoría de los viajeros el equilibrio y teniéndose que sujetar fuertemente en cualquier parte fija del buque. Sobresaltados y con una extraña sensación de miedo, miramos entre asustados y curiosos a través de la ventana de ojo de buey, en dirección a la enfurecida mar.

Con pavor vimos cómo una inmensa ola verde, oscura, gigantesca, del tamaño de un edificio de varios pisos, se nos venía encima. El impacto sobre nosotros fue brutal, el agua entró por las puertas y ventanas inundándolo todo en breves segundos. El golpe fue seco, tremendo, descomunal, acompañado de un terrible rugido como si de una explosión se tratase. Inmediatamente la gigantesca ola tras pasar sobre nosotros, e inundarlo absolutamente todo, vimos cómo se alejaba por el costado opuesto al que había entrado, llevándose sillas, mesas, manteles y todo lo que no había estado convenientemente sujeto.

Se hizo un extraño silencio. Pero de pronto, se oyó un grito agudo, desgarrador, viniendo a herir nuestros oídos. Todos nos lanzamos a la borda de estribor en dirección a la procedencia del sonido, cuando un segundo grito de angustia se escapó de la boca de una joven mujer que rígida, quieta y calada hasta los pies se sujeta a la barandilla de la cubierta y mirando al mar, gritaba.

-¡¡¡Mi hija!!! ¡¡¡A mi hija se la ha llevado la ola!!!

Como si no fuese posible y de una pesadilla se tratase, todos nos quedamos por unos segundos paralizados, como si no pudiésemos creerlo, como si fuese un sueño. Pero no era un sueño, flotando en el mar a pocos metros del barco, con el terror pintado en su carita, estaba Margarita, agitando sus bracitos con el miedo reflejado en sus negros y vivos ojitos. La ola gigante había arrebatado sin compasión a la alegre niña de la mano de su madre, lanzándola a continuación al mar. Sin duda la fuerza de la ola hizo que la madre aflojase por un momento la presión de su mano, y la ira de la mar embravecida hizo el resto. La niña no gritaba, el espanto había paralizado todos sus sentidos. Solo miraba en dirección al barco, seguramente en busca de la figura de su madre, tenía los ojos extraviados, como dementes y su cuerpecillo se agitaba en medio de aquellas parduzcas lomas de agua que la subían y bajaban ocultándola entre sus entrañas con sus crestas de espuma blanca.

¿Y su madre? ¿Dónde estaba, que hacía? Esta, seguía aferrada a la barandilla gritando, chocándose a la par sus gritos con los de su hija, como si de las olas al encontrarse una contra otra fueran:

-¡Mamita, mamita mía!, -¡Hijita ,hijita mía, mi vida!-.

El pasaje, aterrado, sin moverse y sin decir nada, mantenía los ojos clavados en la niña. -¡Salvad a mi niña, por Dios salvadla!- Un silencio abrumador era solo cortado por los gritos desesperados de la niña que seguía gritando: -¡Mamita, mamita, sácame de aquí, que me ahogo! A eso, la madre más que gritar, rugió: -Mil, dos mil, tres mil euros, lo que me pidáis, pero salvad a mi niña, ¡salvádmela!

Nadie se lanzó a la embravecida mar. Todos callaban y nadie se movía. Hombres, mujeres y marineros parecían figuras de plomo clavadas sobre la cubierta del pequeño vapor. Pero la pequeña Margarita, agitándose desesperadamente sobre la blanca espuma del mar, iba poco a poco alejándose del barco. De pronto una actividad asombrosa se despertó en el vapor. Cabos y más cabos eran lanzadas al mar por los robustos brazos de los marineros. Los rollos de soga se desenroscaban en el aire como serpientes vivas, cayendo a pocos metros de la niña. La tiraban chalecos, aros salvavidas, pero parecía imposible poder salvarla, la niña ya no llegaba a ellos. Los pasajeros asustados susurraban, que arrojarse al mar era agregar una segunda víctima a la primera y por tanto nadie se atrevía.

La madre no pudiendo más, dio un tremendo grito y sacudiéndose con violencia de de los brazos que la sujetaban, se subió a la barandilla de la borda, lanzándose a continuación al mar. Su cuerpo, como si de una piedra se tratase, se hundió en las embravecidas aguas, reapareciendo sin embargo al poco sobre la superficie. La gente la gritaba dándola ánimos, y ella frenética chapoteaba luchando contra el mar. En uno de los múltiples manotazos que daba al agua para mantenerse a flote, consiguió agarrarse a un cabo que flotaba junto a ella. Angustiada agitaba brazos y piernas, manos y cabeza, en un desesperado ejercicio de supervivencia. Desaparecía, volvía a resurgir, luchaba contra el agua, las olas, el mar. Cada vez se acercaba más a su hija, que poco a poco iba perdiendo fuerzas y ya casi no se la veía. De pronto, otra gran ola levanto a la niña como si de un corcho flotando se tratase, y la lanzó a pocos metros de su madre.
Ahora se pudo ver la fuerza que puede llegar a tener una madre. Creedme son casi infinitas. La madre en un último esfuerzo desesperado y agitando brazos y pies de manera alocada, consiguió llegar hasta su pequeña hijita que ya prácticamente no se movía y empezaba a hundirse lentamente en las agitadas y negras aguas del mar. En un último intento estiró con rabia su brazo, la agarró por los pelos y la atrajo hacia sí, sacándola en última instancia a la superficie. Sin llegar casi a verla, solo por pura intuición, la pasó la soga, a la que ella misma se agarraba alrededor de su cuerpecito, aferrándose con todas sus fuerzas a ella, siguiendo su lucha a brazo partido contra cada golpe de mar, y cada ola que venía a disputarle y arrebatarla su joya, su preciada presa, su pequeña y queridísima hijita.

-¡Tirad, tirad!, gritaban los marineros tirando de la soga y acercándola poco a poco al costado del vapor. -Cuidado, mucho cuidado-, gritaban otros, pues el oleaje aun abofeteaba sin piedad la banda del buque de un modo indescriptible. Cuando madre e hija estuvieron ya muy cerca de la borde, varios marineros tiraron de ellas con precaución y firmeza, agarrando con una mano a la madre, mientras con la otra sostenían a la hija. Esta ya no daba aparentes señales de vida. Con sumo cuidado tumbaron a las dos sobre el suelo húmedo de proa, abalanzándose entonces el segundo oficial de abordo sobre la inconsciente niña, haciéndola inmediatamente ejercicios de reanimación y el boca a boca. Pasaban los segundos y parecían horas. La madre, blanca como el mármol, jadeando, sin apenas fuerza se incorporó lentamente y chorreando agua por todo su cuerpo se inclinó sobre su hija y cogiéndola dulcemente de la mano le dijo: -No niña mía, ahora no te vayas, sé fuerte y lucha, lucha que yo estoy contigo-. Como si la pequeña la hubiese oído, soltó un borbotón de agua por la boca, abrió levemente los ojos, empezando poco a poco a toser y respirar. Al ver esto, todo el pasaje se puso a aplaudir y gritar en una tremenda explosión de alegría.

Margarita, la pequeña hijita de Juana, empezó a incorporarse lentamente, buscando el apoyo de los brazos de su madre. Al ver esto, se hizo un silencio sepulcral... Todos estaban pendientes de la niña, ella miró a su madre, la acarició su húmedo y revuelto pelo, y con voz suave y entrecortada dijo:

¡Gracias Mami!... pero tú… ¿¿¿¿no me dijiste que no sabías nadar????

Hans Klobuznik